Declarado Visitante Ilustre
El Dr. Hipólito Solari Yrigoyen fue distinguido este viernes en el Concejo Deliberante, donde se lo declaró “Visitante Ilustre” por su trayectoria consagrada a la defensa de la Justicia y los Derechos Humanos, en un acto celebrado en la presidencia del cuerpo con presencia de ediles de todos los bloques partidarios.
El dirigente radical de 81 años sostuvo una charla de casi una hora en la que relató algunas de sus vivencias en el marco de la convulsionada Argentina de la última dictadura militar y los años previos al Golpe de 1976, cuando sufrió dos atentados con bomba perpetrados por la Triple A. En el de 1973 –primer atentado registrado de esa organización parapolicial- “me pusieron una bomba en un Renault 6 y estalló cuando lo puse en marcha, me sometieron a 6 operaciones, estuve mucho tiempo en silla de ruedas, después con muletas y más tarde con el bastón que uso hasta el día de hoy”.
El incidente ocurrió en la cochera del Senado al terminar una sesión que había tenido a Solari Yrigoyen como principal orador. Se trataba la ley de Asociaciones Profesionales. El senador sostuvo, con un discurso de cuatro horas, que aquella ley consolidaba una "oligarquía sindical". Enseguida, Lorenzo Miguel, uno de los hombres más fuertes del sindicalismo dominante calificó públicamente a Solari Yrigoyen como "enemigo público número uno".
Aún se recuperaba del primero atentado cuando en 1975 dos bombas fueron preparadas para detonar en simultáneo en su casa de Puerto Madryn. “Salí con heridas y algunas quemaduras porque la segunda bomba no estalló, la casa terminó con muchos daños. Los peritos dijeron después que si hubiera detonado la casa se habría derrumbado”, relató.
Solari Yrigoyen es un prócer vivo del radicalismo, pero no tanto por su pertenencia sanguínea –es sobrino bisnieto de Alem y sobrino nieto de Yrigoyen- como por su compromiso militante en defensa de los Derechos Humanos, cuando en nombre de esa justa causa había que ponerle el cuerpo a las balas, las bombas y el tormento físico.
No le faltaban a la Triple A y a la dictadura motivos –en su lógica homicida- para perseguir a Solari Yrigoyen. El fundador del movimiento Renovación y Cambio defendió presos políticos sin importar su pertenencia partidaria. Además era abogado de sindicalistas como Raymundo Ongaro, Agustín Tosco, de los fusilados en Trelew en 1972 y de la CGT de los Argentinos.
En 1976 un grupo del Ejército lo secuestró en su casa. “Me dispararon y la bala me rozó la frente, después me desaparecieron, me torturaron y finalmente me exiliaron de por vida del país”. Lo relata sin atisbos de odio ni perder el tono. Cuenta que además le saquearon la casa, algo que era habitual en los operativos de secuestro ilegal de la dictadura: “Se llevaron hasta la ropa y le pusieron una bomba a un Renault 12 que tenía”.
En el exilio formó un grupo de exiliados que llegó a ser muy numeroso, su característica era que abogaba por la paz. “La mayoría de los argentinos no quería la dictadura pero tampoco a la guerrilla, deseaban vivir en paz al amparo del sistema democrático”, dijo, y explicó que en los primeros tiempos le costó que el mundo comprendiera esto.
Y trae el ejemplo de cuando el por entonces presidente de Francia, François Mitterrand recibió a los Montoneros. “Es que él pensaba que la mayoría del país era peronista y como los Montoneros eran peronistas, entonces su lucha era justa. Pero eso no era así porque, si bien el país tenía una mayoría peronista, los Montoneros eran una expresión muy pequeña de esa fuerza política; finalmente Miterrand reconoció públicamente que se había equivocado”.
Su trayectoria lo llevó a representar al Comité de Naciones Unidas y se expresó en su nombre en las conferencias preparatorias celebradas en Ginebra, así como en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las formas conexas de la Intolerancia. Hoy reconoce que el gobierno “ha hecho algunas cosas positivas en materia de Derechos Humanos”, pero marca su crítica –expresada en su oportunidad- a la designación de Milani. “Es verdad que era joven cuando ocurrieron los sucesos, pero es innegable que está su firma en el documento que afirma que el soldado Ledo había desertado cuando en realidad se trató de un asesinato”.
Con hablar articulado y conciliador, aseguró que “los Derechos Humanos son una conquista que nunca es total y hay que seguir avanzando”. Opinó que si el Justicialismo hubiera integrado la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) “el sistema democrático hubiera sufrido menos embates, eso lo reconocen hoy algunos buenos amigos peronistas”.