Busca supervisar una actividad que crece por la crisis económica
El Departamento Ejecutivo lo elevó al Concejo Deliberante con la intención de establecer condiciones de seguridad para quienes adquieren alimentos preparados en casas particulares, fuera del alcance del control bromatológico.
El texto tiene el propósito de legislar sobre una actividad económica que registra crecimiento exponencial en el marco de la crisis sanitaria y económica, aunque no busca implementar un control restrictivo sino, por el contrario, acompañar a las personas que llevan adelante estos emprendimientos de subsistencia.
Por este motivo desde la Secretaría de Desarrollo Económico Productivo y Relaciones Internacionales dirigida por Marcela Petrantonio se convocó a un grupo de trabajo integrado por el director de Bromatología, Federico Sánchez Chopa, y la concejala Marcela Vairo.
Finalizada la etapa de redacción fue elevado al Concejo para ser tratado en la Comisión de Producción, Trabajo y Medio Ambiente. Precisamente, este jueves se llevó a cabo una nueva reunión de trabajo con la presencia del representante del Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Taylor. También participaron el Departamento Ejecutivo, la Universidad y organizaciones sociales.
“La cuestión principal es fomentar las buenas prácticas bromatológicas y mejorar las condiciones de estas improvisadas salas de elaboración de alimentos que, en definitiva, suelen ser la cocina particular de las familias dedicadas a esta alternativa que les permite subsistir en un marco de necesidad agravado por la situación económica negativa derivada de la cuarentena por la pandemia de coronavirus”, describió la presidenta de la comisión legislativa, Maridée Condino.
La realidad indica que muchas personas recurren a esta prestación de servicios como fuente de trabajo, producen alimentos en sus casas sin las herramientas y la habilitación correspondiente. “Ante esa realidad se puede prohibir o ir por una alternativa superadora que significa controlar y acompañar”, graficó la legisladora municipal del oficialismo.
Dentro de estas microempresas familiares también hay algunas que tienden a introducir estándares de calidad y métodos de comercialización semi profesionales. Pueden por tanto interpretarse como acciones genuinas de emprendedurismo que deben ser alentadas desde la administración pública.
Aún así, existe una cuestión sanitaria bromatológica que no puede ser soslayada. Por ello todas las personas que se dedican a estas actividades gastronómicas tienen que cumplir una serie de normas mínimas, como los cursos de manipulación de alimentos y los demás recaudos que exige el Código Alimentario Argentino para asegurar la inocuidad de los alimentos elaborados en estas cocinas domiciliarias.
Cabe destacar que los ministerios de Salud y de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires, junto a municipios del sudeste, el INTI y el INTA, elaboraron normas para la habilitación de cocinas domiciliarias. Se dio como respuesta a estas nuevas situaciones, con el abordaje de la regulación de los procesos de producción y comercialización de la agricultura familiar urbana y periurbana.
Por otra parte, hasta que la pandemia sea controlada y mejore la situación económica se debe establecer un marco de seguridad para los consumidores y de equidad con los establecimientos que puedan verse perjudicados por este tipo de comercialización informal.
Además de las cocinas domiciliarias el proyecto busca establecer normas para las cocinas comunitarias, de las que se tiene registro en Tandil a partir del año 2008.
Condino resumió las ideas fuerza del proyecto al señalar que busca integrar bajo un común denominador la producción alimenticia en cocinas domiciliarias y cocinas comunitarias; establecer protocolos de elaboración, manipulación, almacenamiento y transporte de los alimentos; brindar apoyo técnico y financiero; fomentar el asociativismo y la cooperación e instituir criterios de calidad.