La cadena de producción porcina está en un ciclo de crecimiento sostenido. Aunque el dato es alentador, buscan evitar efectos indeseados. El proyecto de ordenanza articula tres ejes fundamentales: salud pública, información a los consumidores y sostener la calidad de los productos asociados con la marca Tandil.
La necesidad de una norma integral surge a raíz del crecimiento vertiginoso en los últimos años en la radicación de criaderos de cerdos, en sintonía con la consolidación y crecimiento del sector industrial, especialmente dado en el desposte de cortes frescos y la elaboración de chacinados y embutidos.
La cadena de producción porcina se ha convertido en el sector más dinámico del rubro agroalimenticio de la región y las inversiones se han dado de manera continua y con tendencia creciente, en los sectores primario e industrial.
Parte de esta realidad se ve reflejada en la creación de un clúster productivo y en experiencias de trabajo asociativo dentro del sector privado, pero también existe una articulación con el sector público a través del Municipio de Tandil, la Universidad Nacional del Centro, los colegios de profesionales, las cámaras e instituciones específicas. Ese ecosistema se ha convertido en un ámbito participativo para la creación de políticas de Estado que impacten para bien en el sector, incluso con alcances de características regionales.
Cuidar la marca
“Los productos generados en esta cadena son percibidos por los consumidores como de calidad diferencial asociada al origen”, explica la concejala Juana Echezarreta, referente además del sector productivo porcino.
Un ejemplo de ello es la obtención de la Denominación de Origen del Salame de Tandil, pionera en la protección de un producto elaborado en el país.
Si bien el crecimiento sostenido de la cadena de producción porcina es un caso de éxito, por su propia aceleración se detectan aspectos que pueden atentar contra su propia dinámica y el prestigio de los productos que surgen de ella.
“Necesitamos dar respuesta a esas problemáticas, como el caso de enfermedades zoonóticas, para reducir su impacto negativo”, ejemplificó Echezarreta.
Por eso el texto de la ordenanza refleja la necesidad de ejercer un mayor control en el ingreso de productos alimenticios, a fin de detectar los que no reúnen las condiciones higiénicas y sanitarias previstas en el Código Alimentario Argentino.
Por supuesto, ya existe legislación municipal relacionada con el tema. La Ordenanza 7115 implementa el Plan de Lucha contra la Triquinosis; la ordenanza 7715 convalida el convenio de colaboración recíproca con el Círculo de Veterinarios para el diagnóstico y control de la triquinosis y la ordenanza 13426 establece un acuerdo con la Facultad de Ciencias Veterinarias para el fomento de la producción porcina. Y hay legislación provincial a través de la Ley 10.510 y su decreto reglamentario 4933 que establece un marco con tipos de producción primaria, procesos de habilitación, prohibiciones, control de enfermedades y sanciones.
Aún así, “es necesario dar un marco regulatorio más amplio que incluya nuevas necesidades y demandas de la cadena porcina que han surgido a la luz de esta explosión de crecimiento y necesitan ser atendidas”, sostiene la concejala Marcela Vairo.
Salud pública, consumidores y calidad
Con esas tres premisas en mente se desarrolló el texto de la norma, que se encuentra en la comisión de Producción, Trabajo y Medio Ambiente -presidida por María Haydeé Condino- en estado avanzado y próximo a su tratamiento.
Los puntos principales pueden expresarse de forma sucinta:
- Alentar el crecimiento genuino de la cadena porcina local con basamento en la sostenibilidad ambiental, social y económica.
- Apoyar el crecimiento del sistema productivo que posee una fuerte impronta de producción integrada, familiar y basada en tradiciones con agregado de valor en origen.
- Incentivar los procesos de integración de los actores de la cadena en la economía local, sobre la base de la asociación de los integrantes.
- Fomentar criterios óptimos de calidad.
- Prevenir la aparición de enfermedades derivadas del consumo, extremando los cuidados sanitarios.
Para alcanzar la meta se definen los distintos tipos de unidad productiva, desde las intensivas hasta las asociadas al autoconsumo, incluyendo un detalle de requisitos funcionales que deben cumplir.
También se establecen requisitos de habilitación; prohibiciones relativas a la crianza y alimentación de los cerdos; normas higiénicas de manipulación; rotulado de los productos y normas relativas a la comercialización y el registro.
Además, en el capítulo relativo a la promoción se establece que el Municipio podrá brindar ayudas económicas para aquellas iniciativas que promuevan mejoras de calidad y de salubridad en los productos elaborados por la cadena porcina para consumo.
Y también tenderá al desarrollo de programas destinados a mejorar la competitividad de las empresas de los sectores primario e industrial.
Con el trabajo legislativo muy adelantado, las concejalas estimaron que el proyecto sería aprobado a la brevedad.